NUESTROS ORIGENES

SCAS nace en el año 1989 en Amayuelas de Abajo, un pueblecito pequeño en el corazón de Tierra de Campos Palentina, aquí comenzamos nuestra actividad como empresa abasteciendo a los pueblos circundantes.

Este proyecto nos sirvió para comenzar a apostar por una economía circular en la que en el centro se situaba el comensal, no nos conformamos con la alimentación, propusimos un modo de vida saludable que involucrase ejercicio físico, mental, dieta y relaciones sociales.

Estuvimos involucrados en campamentos, albergues y en la alimentación de algún convento por gran parte de la comarca que nos cobijaba.

EL PRIMER IMPULSO

Tras haber pertenecido a un temprano mundo ecológico, se da un salto a la alimentación de los más pequeños, SCAS pasa a ser punta de lanza en comedores escolares, íbamos a estar presentes en este sector durante los próximos 20 años, los niños fueron los que nos hicieron crecer en actividad y en madurez.

En el año 2001, la cocina central pasa a estar situada en el Camino de la Miranda (Palencia), con una pequeña oficina en el centro de la ciudad.

CRECEMOS EN CALIDAD Y SABER HACER

El gran salto estaba aún por ser dado. El mundo estaba evolucionando a pasos agigantados y SCAS no se quedó atrás. En 2010 nos trasladamos al polígono de Villamuriel de Cerrato, donde se construye una instalación moderna y propia de 660 m2, lugar donde se sitúa la cocina central y las oficinas a día de hoy.

Tras el salto a los comedores escolares, damos un paso atrás, pero tres hacia adelante, pues volvemos al medio rural, volvemos a nuestros origenes. En el año 2018, seguimos creciendo y nos instalamos en un entorno también rural pero en esta ocasión en la provincia de Valladolid, y así, hoy en día contamos con un centro logístico en el polígono Industrial de La Mora en La Cistérniga (Valladolid), desde el que se continuamos avanzando y prestando servicio a Valladolid capital.

GALERIA DE IMAGENES

Mirando esta breve reseña fotográfica, queremos hacer un recorrido por nuestra historia, yendo desde aquel estanque de Amayuelas, donde crecían los tritones, hasta nuestras actuales modernas instalaciones de Villamuriel.

 

El día en que despertaron los tritones

Estos simpáticos bichejos del tamaño de una lagartija comenzaron a aparecer un buen día de primavera, en la fuente de nuestra primera casa de Amayuelas. Despacito, fueron despertando de su letargo y repoblando sus aguas. Descubrimos que eran un poco miopes (casi cegatos cuando salen del agua), que les gusta dormitar en invierno y tomar el sol en verano, que son más felices que los patos cuando están en una charca y que pueden regenerar partes de su cuerpo (como los ojos, la cola o las patas) si tienen la mala suerte de perderlas en alguna pendencia con otros tritones.

 

Pero sobretodo, nos enteramos que su presencia indicaba que tanto el aire que estábamos respirando como el agua que brotaba en nuestra fuente eran muy, muy puros. Estos anfibios solo fundan sus hogares en ambientes no contaminados y con aguas tranquilas.

¿Cómo no los íbamos a querer?